martes, 15 de abril de 2008

Rema despacio

Rema, rema despacio
Avanza, no te detengas
Sigue besando las olas
Riza su cabellera

Continúa, vamos, adelante
Mueve con mimo los remos
No temas, no les haces daño
Son caricias de madera

¿Qué te vas de un lado a otro?
¿Que este barco cabecea?
DÍme en qué mar no ha ocupado
Algún puesto la marea

Te empuja el viento, claro
¿y acaso no lo necesitas?
No conozco ningún barco
Sin su agua, sin sus brisas

Te vas alejando del puerto
Le estás echando de menos
No me lo digas, te conozco
No ama la soledad tu casco

Ya estamos en alta mar
Tú y yo, mi querido barco
Te has dado cuenta, ¿verdad?

Qué solos nos estamos quedando

La más bella canción

Quisiera componer la más bella canción
de las que quedan por escribir en el tiempo
y aunque no pueda rellenar una partitura
ni una cuartilla cubrir de versos
la grabaré en las invisible hojas de mi corazón
y te ofreceré los dos
para que los sientas a un tiempo
Una canción, un corazón y unos versos
han de ser para alguien
no para ser borrados por el viento
son para tí, son tuyos, te los ofrezco
no hay partitura, ni distingo los versos
pero queda el mayor de todos
queda el tercero
y en el se confunden los tres
y él te dice, te quiero
Ya ves que te canto a tí
encantadora mujer de ojos claros
de gestos graciosos
de rostro infantil
de largos cabellos y cuerpo ondulado
de piel tan blanca
como nieve cubriendo el campo
te quiero mil veces
y mil veces te canto
has llenado mi tiempo
has llenado mi espacio
has cubierto el vacío
que se hallaba entre mis brazos
Contigo mi tiempo vuelve a latir
y siento que mis vacios
se van llenando
Convierto mi tiempo en una estación
siempre vacía, siempre esperando
al único pasajero
a la única ilusión
que en este viaje se ha embarcado.
Tengo mi cuerpo dividido en dos parte
y siento que entre las dos te has intercalado
te hecedido mi espacio
y allí has quedado para siempre
hasta que tú decidas abandonarlo
Quiero convertir un espacio en versos
quiero en trozos repartir un cuerpo
cada uno será como fuego
y entre todos, uno a uno, sumados
con su limpia llama iluminarán mi tiempo

martes, 1 de abril de 2008

Amarte más despacio

Quisiera amarte más despacio
contemplarte con el tiempo en suspenso
grabar tu imagen en mis ojos
vivir para siempre, recordando
las líneas de tu cuerpo
Quisiera oírte más despacio
acariciando tus palabras
besando tu aliento
haciendo de su son campanas
que entreguen tu voz al viento
Quisiera quererte más despacio
con las alas que me ponen
tu alma y tu cuerpo
recordándote en cada trecho
del camino que recorro
del paisaje que contemplo
Quisiera sentirte más despacio
acariciarte en silencio
penetrar en tus limpios ojos
explorando tu piel, tu dulce cuerpo
haciendo de tus frágiles labios
una mar de miel y besos
Quisiera amarte más despacio
haciendo de tu cuerpo un solo beso
fundir nuestros cuerpos en uno sólo
atándolos en un abrazo
unidos, tus senos y mi pecho
Quisiera recordarte más despacio
caminar dentro de tí
contemplarte en las huellas de mis pasos
hacer de tu cuerpo un paisaje
un poema de tus ojos
una canción de tu imagen.

Nuestros amigos los árboles

Hace un año estuve aquí
en estos mismos parajes
pisando la misma hierba
rodeándome los mismos árboles
que han crecido desde entonces
en su vuelo vertical
siempre hacia arriba
siempre adelante
olvidándose cada vez un poco más
de la tierra distante
y desearían continuar sin fin
su lento caminar imparable
y olvidarse quizás de las raíces
su único lazo con la tierra
su atadura y con ella su linaje
de la que nunca podrá escapar
porque le recordará a cada instante
que no es suya la libertad
de continuar caminante
por los caminos sin trabas
que le brinda el sol y el aire
sus dos grandes amigos
sus compañeros de viaje
el uno con su ancha sonrisa
el otro con su eterno baile
los tres juntos disfrutan
su trayectoria intachable
hasta que uno de ellos muera
hasta que uno de ellos descanse
derribado por el hacha
del leñador imparable
que hiere, corta y derriba
con su manos nuestos árboles
que nos cedieron su sombra
y su belleza salvaje
ya llora la naturaleza
llorando están el sol y el aire
que solos se encuentran los dos
sin su compañero de viaje